En
el Postítulo de Educación y Tic se realizaron diferentes lecturas sobre los
proyectos educativos, cómo realizarlos y la importancia que tienen los actores
institucionales en el momento de llevarlo a cabo.
Una de las cuestiones fundamentales tiene que ver con la
comunicación entre los mismos para poder lograr los objetivos propuestos y
tomar decisiones favorables para la comunidad educativa. En este contexto los invito
a reflexionar en esta reseña sobre las formas de comunicarnos y cómo influyen en
las relaciones humanas.
Las
instituciones educativas deben su funcionamiento, en gran medida, a la
capacidad comunicativa de sus actores. Por esta razón es que se llevan a cabo
diariamente diferentes planes de acción y tomas de decisiones. Esto se puede
realizar a largo plazo o a corto plazo. Es notable la necesidad de atender lo
inmediato y postergar diferentes proyectos que implican la participación de la
comunidad educativa.
Para alcanzar una mejora sustancial en el
manejo de la información es necesario (Borrell,1996):
• Presentar la información en forma
concreta y clara.
• Dar a conocer la información que afecta
a los diferentes sectores.
• Seleccionar un sistema ágil y eficaz
para transmitir la información.
• Asegurarse de que todos los sectores
implicados reciban la información al mismo tiempo.
El
directivo de la institución es quien debe mediar para que los objetivos se
lleven a cabo a partir de la comunicación fluida y eficaz. Para ello Liliana
Jabif expone que es fundamental elegir que las vías para comunicarse sean las
correspondientes para cada situación. Es decir, si se quiere plantar, por un
lado, una situación en la que se requiera una respuesta inmediata y un
compromiso por parte del receptor, se debería utilizar una comunicación oral
para que la retroalimentación sea enriquecedora para ambas partes. Por otro
lado, si se quiere solicitar a un padre de un alumno que asista a la
institución se debería utilizar una comunicación escrita ya que el receptor
debe recordar datos tales como día de la reunión, fecha, asunto, etc.
La
selección de los códigos con los que se va a comunicar es fundamental ya que si
el mensaje no logra comprenderse no existiría una comunicación en sí misma sino
sólo un acto comunicativo por parte de un emisor pero sin respuesta por parte
del receptor.
En
este sentido se debe analizar quienes forman parte de la comunidad educativa y
luego, según a quien de ellos se dirija el mensaje, adaptarlos según la
condición social en que el actor se encuentre.
Es
decir, si el equipo pedagógico notifica a padres y docentes, con la misma nota por
escrito, que un alumno sufrirá adaptaciones en su currícula, el mensaje no será
interpretado de la misma manera por un docente que conoce la situación que por
un padre que no llega a comprender lo que significa la palabra currícula porque
su sociolecto es no escolarizado.
Según
Liliana Jabif, se puede decir que para que exista comunicación, el emisor debe
comprobar que su mensaje llegó al receptor y que además este lo haya logrado
decodificar. Para lograrlo debe formular frases claras sin ambigüedades y tener
un conocimiento previo acerca del modo de vida, edades, necesidades, intereses
de los actores institucionales y así determinar cuál es la mejor manera de
relacionarse con ellos.
Es
interesante diferenciar si los mensajes son de carácter importante o si son una
acción secundaria. Esta organización permite a los receptores generar las
respuestas esperadas por el emisor.
En
el caso de que se convoque a una reunión se debe especificar si es de carácter
obligatorio o no, ya que la respuesta no resultará igual en el caso de convocar
a los docentes para tratar un tema de conducta sobre un caso particular de un
alumno que para organizar la fiesta de despedida a los nuevos jubilados de la
institución. La primera se puede convocar de manera escrita y esta última en
forma oral.
Cabe
aclarar que, si bien ambas formas poseen ventajas y desventajas, la
comunicación oral es más susceptible a padecer interferencias en la
interpretación. Quien comunica un mensaje que le dijeron ya lo decodificó con
antelación. Si este no comprendió a lo que se refería el mismo se puede
producir una comunicación deficiente y por lo tanto generar malos entendidos y
rumores. Esto último, al igual que las suposiciones, debe evitarse porque, como
aclara Jabif, puede resultar en mala predisposición en los actores
institucionales sin antes hablar con ellos para que puedan explicar cuál es el
problema real.
Finalmente,
a modo de conclusión, se puede decir que para que exista comunicación se deben
escuchar las opiniones de toda la comunidad educativa para finalmente, tomar las
decisiones correctas o más adecuadas para la institución que tenemos. La
realización del trabajo conjunto es lo que ayudará a la concreción de los
objetivos propuestos y, al tener objetivos claros, todos los actores apuntarán
al mismo logro y no quedarán mensajes dichos o escritos por doquier sin
receptores que les otorguen valor sino que existirá una comunicación
institucional de la que cada uno haya participado y por lo tanto se haya
sentido partícipe de cada decisión. Queda la invitación a continuar comunicándonos
desde el lugar que estemos pero de acuerdo a los objetivos que nos movilizan día
a día y a las diferentes situaciones que rodean a cada institución.
Módulos
de formación en competencias para la gestión escolar en contextos de pobreza, Liliana Jabif. Capítulo:
“Comunicación”. UNESCO Buenos
Aires
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