jueves, 1 de mayo de 2014

¿Comunicación vs institución o comunicación institucional?

En el Postítulo de Educación y Tic se realizaron diferentes lecturas sobre los proyectos educativos, cómo realizarlos y la importancia que tienen los actores institucionales en el momento de llevarlo a cabo.
Una de las cuestiones fundamentales tiene que ver con la comunicación entre los mismos para poder lograr los objetivos propuestos y tomar decisiones favorables para la comunidad educativa. En este contexto los invito a reflexionar en esta reseña sobre las formas de comunicarnos y cómo influyen en las relaciones humanas.
Las instituciones educativas deben su funcionamiento, en gran medida, a la capacidad comunicativa de sus actores. Por esta razón es que se llevan a cabo diariamente diferentes planes de acción y tomas de decisiones. Esto se puede realizar a largo plazo o a corto plazo. Es notable la necesidad de atender lo inmediato y postergar diferentes proyectos que implican la participación de la comunidad educativa.
Para alcanzar una mejora sustancial en el manejo de la información es necesario (Borrell,1996):
• Presentar la información en forma concreta y clara.
• Dar a conocer la información que afecta a los diferentes sectores.
• Seleccionar un sistema ágil y eficaz para transmitir la información.
• Asegurarse de que todos los sectores implicados reciban la información al mismo tiempo.
El directivo de la institución es quien debe mediar para que los objetivos se lleven a cabo a partir de la comunicación fluida y eficaz. Para ello Liliana Jabif expone que es fundamental elegir que las vías para comunicarse sean las correspondientes para cada situación. Es decir, si se quiere plantar, por un lado, una situación en la que se requiera una respuesta inmediata y un compromiso por parte del receptor, se debería utilizar una comunicación oral para que la retroalimentación sea enriquecedora para ambas partes. Por otro lado, si se quiere solicitar a un padre de un alumno que asista a la institución se debería utilizar una comunicación escrita ya que el receptor debe recordar datos tales como día de la reunión, fecha, asunto, etc.
La selección de los códigos con los que se va a comunicar es fundamental ya que si el mensaje no logra comprenderse no existiría una comunicación en sí misma sino sólo un acto comunicativo por parte de un emisor pero sin respuesta por parte del receptor.
En este sentido se debe analizar quienes forman parte de la comunidad educativa y luego, según a quien de ellos se dirija el mensaje, adaptarlos según la condición social en que el actor se encuentre.
Es decir, si el equipo pedagógico notifica  a padres y docentes, con la misma nota por escrito, que un alumno sufrirá adaptaciones en su currícula, el mensaje no será interpretado de la misma manera por un docente que conoce la situación que por un padre que no llega a comprender lo que significa la palabra currícula porque su sociolecto es no escolarizado.
Según Liliana Jabif, se puede decir que para que exista comunicación, el emisor debe comprobar que su mensaje llegó al receptor y que además este lo haya logrado decodificar. Para lograrlo debe formular frases claras sin ambigüedades y tener un conocimiento previo acerca del modo de vida, edades, necesidades, intereses de los actores institucionales y así determinar cuál es la mejor manera de relacionarse con ellos.
Es interesante diferenciar si los mensajes son de carácter importante o si son una acción secundaria. Esta organización permite a los receptores generar las respuestas esperadas por el emisor.
En el caso de que se convoque a una reunión se debe especificar si es de carácter obligatorio o no, ya que la respuesta no resultará igual en el caso de convocar a los docentes para tratar un tema de conducta sobre un caso particular de un alumno que para organizar la fiesta de despedida a los nuevos jubilados de la institución. La primera se puede convocar de manera escrita y esta última en forma oral.
Cabe aclarar que, si bien ambas formas poseen ventajas y desventajas, la comunicación oral es más susceptible a padecer interferencias en la interpretación. Quien comunica un mensaje que le dijeron ya lo decodificó con antelación. Si este no comprendió a lo que se refería el mismo se puede producir una comunicación deficiente y por lo tanto generar malos entendidos y rumores. Esto último, al igual que las suposiciones, debe evitarse porque, como aclara Jabif, puede resultar en mala predisposición en los actores institucionales sin antes hablar con ellos para que puedan explicar cuál es el problema real.
Finalmente, a modo de conclusión, se puede decir que para que exista comunicación se deben escuchar las opiniones de toda la comunidad educativa para finalmente, tomar las decisiones correctas o más adecuadas para la institución que tenemos. La realización del trabajo conjunto es lo que ayudará a la concreción de los objetivos propuestos y, al tener objetivos claros, todos los actores apuntarán al mismo logro y no quedarán mensajes dichos o escritos por doquier sin receptores que les otorguen valor sino que existirá una comunicación institucional de la que cada uno haya participado y por lo tanto se haya sentido partícipe de cada decisión. Queda la invitación a continuar comunicándonos desde el lugar que estemos pero de acuerdo a los objetivos que nos movilizan día a día y a las diferentes situaciones que rodean a cada institución.


Módulos de formación en competencias para la gestión escolar en contextos de pobreza, Liliana Jabif. Capítulo: “Comunicación”. UNESCO Buenos Aires

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