martes, 29 de abril de 2014

Hacia una Institución reflexiva sobre sí misma.


            Entre las variadas lecturas de autores relacionados con la temática sobre nuevas tecnologías en las Instituciones escolares brindadas en el Postítulo de Actualización Académica en Educación y Nuevas Tecnologías, he elegido a Gairín Sallán quien nos describe las organizaciones escolares en un contexto de actuación: las escuelas no solo enseñan, también aprenden.

            La institución escolar también es capaz de aprender y avanzar como organización. 
            "Las organizaciones se convierten en aulas gigantescas en las que todo habla, en las que todo enseña".
                                                                                                                      Miguel Ángel Santos (1995)
          
            Para Gairín, los pilares en los que se apoya una organización que educa son:
  • ·         La racionalidad: disposición lógica de los elementos, dinámica organizativa de acuerdo a los logros que se pretenden. Ha de someterse también  al principio de justicia, coherencia, ética en las prácticas que se desarrolla.
  • ·         La flexibilidad: capacidad de adecuarse a las exigencias de la práctica y a los cambios que se producen en la sociedad.

"La flexibilidad de la organización requiere unos procesos de sensibilización a la necesidad del cambio, unas estructuras capaces de cambiar con autonomía y agilidad y unas personas con actitudes abiertas para impulsar y llevar a cabo las adaptaciones"(Santos, 1995)
  • ·         La permeabilidad o apertura al entorno próximo y mediato. La escuela rompe su clausura, se proyecta.
  • ·         La colegialidad: frente a la fragmentación de los espacios y al individualismo en el uso de  estructuras.

            Estos pilares en la configuración de las organizaciones educativas permiten el desarrollo de una mayor autonomía organizativa y el intercambio de experiencias, proporcionan facilitadores externos que pueden posibilitar un cambio del discurso y de la práctica y ayudan a promover la reflexión y la colegialidad en los centros. Los diferentes integrantes de la escuela toman así conciencia del compromiso de su misión y crean espacios adecuados tanto para el desarrollo personal como para el aprendizaje del saber. Los diferentes usuarios revisan, a través del estudio, reflexión y análisis crítico, lo que está aconteciendo en el interior de la institución. La organización educa ya que desarrolla la capacidad de los diferentes miembros de la organización en el proceso colectivo de toma de decisiones.
           
            El autor sostiene que  hablamos de la organización que aprende cuando referenciamos un tipo de organización capaz de aprender de sus errores y de configurarse de manera distinta a como es en un momento determinado. Una organización inteligente tiene la capacidad de transformarse permanentemente. La perspectiva tradicional aplicada a la gestión y a la organización solo piensa en el control como un instrumento de regulación que permite estandarizar y prevenir o corregir el error de acuerdo a los objetivos preestablecidos. La perspectiva del aprendizaje institucional, por el contrario, reconoce y corrige el error como desvío de los objetivos pero también flexibiliza la organización facilitando el aprendizaje de nuevos procedimientos y de nuevas respuestas frente a los nuevos desafíos.

            Si consideramos  a la organización que aprende como aquella que facilita el aprendizaje de todos sus miembros y continuamente se transforma a sí misma, estamos resaltando el valor del aprendizaje como la base fundamental de la organización. El desarrollo de la organización se basa en el desarrollo de las personas y en su capacidad para incorporar nuevas formas de hacer a la institución en la que trabajan. Nos acercamos así a la perspectiva básica de la Calidad Total: abarca a todos y a todas las facetas de la organización. Como expresa Stahl, se precisa tener visión de futuro para producir estos cambios radicales.

            En la organización que aprende se produce un aprendizaje relevante: los procesos de innovación y cambio fomentan la transformación de la organización y generan respuestas creativas a los factores cambiantes del entorno. La apertura a nuevas aportaciones y la forma en que se producen, contribuyen a cambiar estrategias y modos de trabajo, fomentando una nueva cultura. El aprendizaje es continuo, no segmentado, vinculado al contexto. Lo esencial no será el aprendizaje individual sino el aprendizaje de la organización.

                         Los cambios de concepciones, conocimientos y destrezas deben acompañarse de actitudes abiertas a la innovación.

            Como conclusión, el autor nos permite reflexionar sobre nuestras propias prácticas docentes. Desde el título de su obra "La organización escolar: contexto y texto de actuación" nos deja en claro que debemos "actuar", movilizarnos. Los docentes debemos ser verdaderos actores en una organización escolar que aprende, sentirnos capaces de subir al escenario con otros y disfrutar del aprender día a día.

Para seguir leyendo: Gairín Sallán, Joaquín, 1999, "La organización escolar: contexto y texto de actuación". Madrid, Ed. La Muralla (Cap. 9)


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